Roland Garros, un Grand Slam entre biberones

Roland Garros, un Grand Slam entre biberones

De Serena Williams a David Ferrer, la llegada de un bebé a la familia en los meses previos a Roland Garros no sólo cambia la vida de un tenista sino que condiciona su preparación, aunque en un grado diferente por motivos evidentes entre hombres y mujeres.

Serena Williams es posiblemente el ejemplo más conocido.

La exnúmero 1 mundial del mundo, ganadora de 23 torneos del Grand Slam, de 36 años, ha llegado a Roland Garros por debajo del puesto 450º del mundo. El motivo ha sido su largo tiempo de baja por un motivo feliz: la llegada en septiembre de su primera hija, Olympia, que le tuvo casi todo 2017 sin competir por el embarazo y su maternidad. Apenas ha jugado en lo que va de 2018.

“Yo soy una afortunada, puedo planificar mis días y así mi carrera. Hay madres que no tienen la posibilidad de hacer eso. Planifico mi día, entrenando a una hora, luego paso tiempo con Olympia y si necesito entrenar luego otra vez, lo hago. Puedo entrenar dependiendo de sus horas de sueño”, explicó Serena el martes tras derrotar a la checa Krystina Pliskova, 70ª del mundo, en su regreso al torneo parisino dos años después.
Otra exnúmero 1 mundial que aparcó su carrera para ser mamá, la bielorrusa Victoria Azarenka, no tuvo un estreno tan positivo en Roland Garros y cayó en la primera ronda ante otra jugadora checa, Katerina Siniakova (57ª).

Azarenka, dos veces campeona del Abierto de Australia, es apenas 82ª del mundo. Fue madre a finales de 2016, pero durante 2017 tuvo muchos problemas para competir, primero tras el parto y luego al verse retenida en Estados Unidos por un conflicto con la custodia del pequeño.
“Físicamente es obvio que es una experiencia diferente para un hombre cuando es padre. Creo que mentalmente también hay un lazo mental diferente con el bebé entre hombres y mujeres”, estimó sobre la dificultad añadida para las mujeres tenistas.

La luxemburguesa Mandy Minella, caída al 286º de la WTA, jugó embarazada el pasado Wimbledon y por lo tanto también fue mamá recientemente. Tampoco tuvo un comienzo positivo en París y perdió en primera ronda.

– “Ser padre tiene cosas malas” –

En el circuito masculino también hay padres recientes y la experiencia también pudo haber pasado factura por esas horas perdidas de sueño y por una preparación para Roland Garros condicionada por ese momento tan importante en la vida de cualquier persona.
Es el caso de David Ferrer, subcampeón en París en 2013 y actualmente 41º del ranking ATP, que fue padre por primera vez a sus 36 años hace unas semanas y que cayó en primera ronda en Roland Garros por primera vez en dieciséis participaciones.
“Todo ha cambiado para mí. Emociones, vida nueva. Ser padre es muy bonito, es una sensación muy buena, pero también tiene sus cosas malas. Me hace mucha gracia que muchos padres sólo hablan de lo bonito, pero también es duro y sacrificado”, explicó tras su derrota ante su joven compatriota Jaume Munar.

El uruguayo Pablo Cuevas, padre recientemente por segunda vez, no está del todo de acuerdo con su amigo David.
“No sé si malo, ser padre es algo bueno, tienes otras obligaciones. En eso tengo más experiencia que David. Mi mujer entiende, tiene experiencia y sabe la importancia del descanso para mí. Yo lo veo como un disfrute, aunque a veces hay que encargarse y hacer de padre. Es cansador, pero a veces hay cosas cansadoras que te dan energía”, estimó el uruguayo, que sí superó el martes el primer obstáculo en Roland Garros.
Igual que Ferrer, cayó en primera ronda otro papá primerizo, el letón Ernests Gulbis, semifinalista en Roland Garros en 2014 y caído al 160º del mundo.
“Las cosas han cambiado para mí. Ahora quiero prestar más atención a lo hago en la pista”, dijo sobre la dosis de madurez personal que le ha dado la experiencia de ser padre, después de polémicas en el pasado, incluida una detención en 2009 en Suecia por recurrir a los servicios de una prostituta.

Puebla Life

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