¿CUÁNTO CUESTA SER UN ‘LOCO’ SOLITARIO DE LOS OCÉANOS?
La salida de la Ruta del Ron, la regata transatlántica en solitario que se disputa cada cuatro años entre el puerto bretón de Saint-Maló y el archipiélago caribeño de Guadalupe, sirvió para mostrar una vez más la devoción con la que en Francia se vive la vela oceánica. Solo el domingo pasado, más de 50.000 personas en tierra firme y 15.000 en el agua despidieron a los 123 navegantes solitarios que iniciaban un pulso de 3.542 millas contra los rivales y los elementos. En total, el número de visitantes, según las cifras preliminares, podría superar los dos millones.
¿Por qué tanto fervor por un puñado de hombres y mujeres dispuestos a jugarse el pellejo en medio de ninguna parte y bajo condiciones que rozan lo infrahumano? Loïck Peyron, actual poseedor del récord de la Ruta del Ron y que este año compite con un trimarán vintage, trata de explicar a Forbes los motivos del éxito: “Durante 30 años la mayoría de las regatas en solitario de vuelta al mundo y transatlánticas han sido ganadas por franceses. Algunos detalles marcan la diferencia, como el de [Eric] Tabarly dándole la mano al general De Gaulle en 1964 delante de los cámaras de las televisiones oficiales, en blanco y negro [tras ganar la regata inglesa OSTAR]. Tal vez todo comenzó ahí. De repente, llegaron la inspiración y los medios de comunicación. Y después, los patrocinadores y los navegantes”.
Patrocinadores. Sin duda, una de las principales claves que posibilita que este deporte marginal y caro tenga tanta penetración en el país vecino. Uno de los aspectos que más llama la atención es que, mientras que en el resto del mundo los pocos proyectos de vela de alta competición salen adelante con el apoyo financiero de grandes compañías, aquí los barcos aparecen ‘pintados’ con los colores de empresas de toda índole: desde patrocinadores procedentes de la alimentación (promocionando pollos o pizzas congeladas) a diferentes sectores de la construcción (instalación de ventanas y persianas, revestimiento o fabricación de oficinas modulares).
LA FACTURA
Pero, ¿cuánto desembolsan los patrocinadores? Todo depende del tipo de barco y de las aspiraciones de victoria. Veamos las ‘facturas’ de la flota actual de la Ruta del Ron.
CLASE ULTIME. Los proyectos de los multicascos más grandes y rápidos del mundo trabajan con presupuestos que rondan los cinco millones de euros anuales, sin contar con la amortización de la construcción de la embarcación, cuyo coste aproximado es de 12 millones de euros. Es decir, que para una campaña multiproyecto de cinco años de duración, patrones como François Gabart o Armel Le Cléac’h necesitan cerca de 40 millones de euros. Debido a los gastos desorbitados, en esta clase sí que encontramos compañías de la talla de Banque Populaire o de la aseguradora Macif, pero también una empresa de alimentos precocinados como Sodebo. Hay que tener en cuenta que estos patrocinadores realizan una apuesta fortísima por sus patrones con una inversión que se puede alargar durante décadas.
CLASE IMOCA. Un presupuesto para dar viabilidad a un proyecto puntero de Imoca asciende a dos o tres millones de euros al año, a lo que habría que sumar la construcción del velero; por ejemplo, una unidad de la generación de 2016 con ‘foils’ cuesta alrededor de 4,5 millones. Hay equipos que aún gastan más en el barco, caso del Charal (empresa cárnica), que ha realizado una inversión importante en investigación y desarrollo de ‘foils’. Alex Thomson, británico patrocinado por la firma de lujo Hugo Boss, reconoció que su próximo Imoca costará 5,6 millones de euros.
[Foto: Vincent Riou, a bordo del PRB | Stichelbault Benoit]
Es en la clase Imoca donde encontramos patrocinadores singulares: La granja avícola Maître CoQ (con el proyecto de Yannick Bestaven), el productor de miel Famille Mary (Romain Attanasio), la compañía de catering Newrest y el fabricante de ventanas, persianas y vallas Art et Fenestres (ambos con Fabrice Amedeo) o el especialista en revestimiento de fachadas PRB (Vincent Riou).
MULTI 50 Y CLASS 40. Son proyectos algo más terrenales en cuanto a financiación. Lalou Roucayrol, patrón del multicasco Arkema, asegura que en su clase los presupuestos oscilan entre 400.000 y 600.000 euros, esto es, el doble de los de los proyectos de Class 40. La variedad de empresas que invierten en estas clases es muy elevada. Hasta Netflix ha patrocinado un Class 40 en la Ruta del Ron para promocionar la serie ‘Narcos-México’, barco que por cierto el pasado martes desarboló.
RHUM MONO Y RHUM MULTI. En esta división resulta complicado fijar presupuestos medios debido a la heterogeneidad de la flota. Christophe Souchaud, patrón del velero First 40.7 ‘Rhum Solidaire Cap Handi’, es uno de los patrones que menos dinero ha desembolsado para estar en la Ruta del Ron. Según sus cálculos, se ha gastado 90.000 euros entre el pago de la inscripción, el seguro, un juego de velas nuevas, alojamiento en Saint-Malo y el equipo de seguridad que obliga la organización. “Es difícil hacerlo por menos”, asegura.
[Foto: Christophe Souchaud, en la proa de su barco. | Breschi]
Navegar con un barco viejo también disminuye considerablemente los costes. Alan Roura necesitó unos 400.000 euros para optimizar su Imoca (La Fabrique) y Vincent Riou, apenas 600.000 euros para acondicionar su PRB con un equipo de cinco personas. Arnaud Boissières, por su parte, se ha gastado 1,4 millones para estar en la salida de Sant-Maló a bordo de un renovado La Mie Câline Artipôle (el ex Gamesa de Mike Golding). Fuera de los Imoca, Bob Escoffier reunió 170.000 euros para un ‘refit’ de la quilla al mástil del viejo ‘Kriter V’.
LOS PATROCINADORES DEL EVENTO
[Foto: Vista aérea de los pantalanes del puerto de Saint-Maló. | Damien Meyer / AFP]
También los organizadores de regatas tienen facilidad a la hora de recabar apoyos. OC Sport, empresa que da forma a la Ruta del Ron, ha firmado patrocinios que van desde los 50.000 euros que pone un proveedor oficial al medio millón que desembolsa un patrocinador principal. En esta partida, destaca que el 61% de las empresas que invierten en la prueba son de la propia Bretaña: Brittany Ferries, Armor Niji, Highfield, Banque Populaire, Grand Ouest y Breizh Cola. Según datos de la edición de 2014, la repercusión y el retorno del evento lograron un impacto de 50 millones de euros, mientras que las previsiones de la presente edición son aún mayores debido a la apertura internacional de la prueba con una flota en la que el 20% de los equipos son extranjeros.
Bretaña es un caso atípico y seguramente único. Eric Tabarly encendió la mecha que encandiló a un país entero. Desde entonces, muchos navegantes quisieron emular al genial navegante de Nantes, encontrando patrocinadores y público dispuestos a seguir sus hazañas en los océanos. Y, al ser necesarios barcos cada vez más sofisticados, se fue creando en la costa atlántica una industria náutica que hoy es toda una potencia mundial conocida como ‘Sailing Valley’. Deporte, pasión, negocio e innovación. La cuadratura del círculo.